Eran las cuatro y media de la madrugada cuando la
alarma de mi celular sonó, tenía que alistarme para salir de viaje. Las maletas
estaban listas desde la noche anterior y yo tenía toda la disposición del mundo
para realizar la salida de campo, así que esperé a mi prima que venía a mi
casa, ella llegó, nos encontramos con una amiga, tomamos un taxi, y nos
dirigimos hacia la universidad. Allí nos esperarían los buses de turismo que
nos llevarían hasta Buenaventura.
Recuerdo que al llegar a la universidad había poca
gente, ningún profesor, y los buses por ningún lado, pero poco a poco
comenzaron a llegar el resto de estudiantes y los profesores, todos con maletas
unas más grandes que otras. Uno de los conductores de los buses se acercó al
profesor Andrés, había ocurrido un problema y uno de los buses no estaría a
nuestra disposición, por lo que tuvieron que cambiarlo por uno más pequeño y
menos cómodo. Sin más remedio abordamos los respectivos buses y comenzamos el
viaje, todos sentíamos gran expectativa por los tres días de recorrido que
teníamos por delante.
Después de dos
horas y media de viaje hicimos una parada para desayunar, lo que no habría podido costearse de no haber sido por
la rebaja debido al cambio en uno de los buses, hicimos una fila que parecía
enorme, recibimos nuestras bandejas y al fin pedíamos lo que queríamos para el
desayuno, una amiga y yo aprovechamos, pues sabíamos que el almuerzo se
tardaría y la verdad siempre tenemos un buen apetito. Después de esto recibimos
una charla por parte de uno de los guías, Don Edgar, él nos contó brevemente de
lo que se trataría nuestro viaje y de las características del lugar donde
estábamos; nos encontrábamos en el corregimiento de La Uribe. Acabada la
charla, nos subimos de nuevo al bus y seguimos nuestro viaje.
Casi tres horas después de haber partido de nuevo,
hicimos otra parada, esta vez para observar El Lago Calima. Era la primera vez
que lo veía, me refiero a que ya había visto fotos antes, pero no se compara
con estar allí y sentir el viento que mueve tu ropa y tu pelo, me pareció muy hermoso, tome algunas fotos y
después de otro aporte de Don Edgar bajé más para acercarme al lago. El viento
era fuerte, y sentí algo de frio, pero a la vez pensaba en que podría quedarme
allí todo el día, sentado en el pasto,
observando el paisaje y cómo el viento movía las aguas en el lago; era un lugar
lleno de paz, donde pude pensar y aclarar mis ideas, verdaderamente me encantó
ese sentimiento de tranquilidad que invadía mi cuerpo, pero lastimosamente era
sólo una parada más, y no pude estar allí por mucho tiempo, así que después de
unos veinte minutos y de haberle tomado un par de fotos a una pareja que me
pidió el favor de hacerlo, tuve que subir al bus de nuevo, con la idea en mi
mente de regresar y quedarme por varios días.
El recorrido siguió su camino, esta vez con rumbo a
una nueva parada, nos dirigíamos hacia uno de los puertos en Buenaventura.
Nuestro bus no tenía aire acondicionado, pero todos nos sentíamos frescos por
el viento en el lago, sensación que iría cambiando a medida de que nos
acercábamos a Buenaventura.
Unas dos o dos horas y media después, el calor era
sofocante y no sabíamos que hacer para refrescarnos, todas las ventanas estaban
abiertas y tratábamos de distraernos charlando, haciendo ruido mientras
pasábamos por los túneles o algunos simplemente se relajaban, pero el calor
seguía, uno de los profesores no paraba
de decir que en cuarenta y cinco minutos llegaríamos, los había venido diciendo
durante todo el viaje y cuando en realidad faltaban unos cuarenta y cinco
minutos para llegar, el otro bus en el que se transportaban nuestros compañeros fue detenido por un retén
en plena carretera, vaya suerte! tuvimos que parar y esperar a que los dejaran
seguir. Finalmente después de unos quince minutos pudimos seguir con nuestro
recorrido, y poco después llegamos a Buenaventura.
La verdad me sentí triste al ver las condiciones en
las que viven la mayoría de las personas en ese sitio, gran parte de su
población es negra y pobre por lo que se ven empujados a improvisar casas de
madera cerca de caños o al lado del río. Al tiempo que el bus avanzaba se
sentían raros y malos olores que provenían de la calle, y yo seguía observando
por la ventana todo lo que podía apreciar desde allí, observaba sus casas, sus
puestos de trabajo, sus transportes entre otras cosas que me llamaban la
atención. Cuando el bus se detuvo ya en el puerto, todo el mundo quería bajar
corriendo, y cuando lo logramos casi
todos nos dirigimos hacia una tienda para comprar algo frío de beber, después
de comprar una gaseosa salí a buscar un baño, cosa típica en mí.
Al salir del baño mi prima me esperaba para que
subiéramos a algo que parecía un faro o una torre, no sé cómo llamarla; pagamos
mil cada uno de la entrada y subimos. Al llegar arriba pude sentir la brisa, y
el fuerte viento, se sentía muy bien después de tanto tiempo de calor dentro del
bus, la vista era hermosa, se apreciaba todo el puerto, y el mar, y aunque esté
no era muy bonito, el brillo del sol lo hacía ver de tal forma. Tomamos algunas
fotos, disfrutamos del viento y luego de un rato bajamos para ir al muelle. Caminamos
por él, volvimos a disfrutar del viento, tomamos algunas fotos y nos dirigimos
de nuevo hacia el bus, pues el tiempo para estar en el puerto se había acabado,
cuando salíamos del muelle una joven se quedó viéndome he hizo un comentario
sobre mis ojos, yo le conteste de forma chistosa, mis compañeras se rieron por
la forma en que había contestado.
De camino al bus observamos algunas artesanías hechas
con cosas de mar como conchas y caracoles, y también nos dieron pequeñas
pruebas de bebidas en unos puestos de venta, “arrechon” fue lo que me dieron a
probar, me dio gracia su nombre. Compramos algunos dulces y subimos de nuevo al
bus. Por bromear pedimos a uno de los profesores que nos invitara a Bonice, el
preguntó qué cuantos queríamos, se bajó del bus y nos los compró, después de un
rato el bus volvió a arrancar, esta vez hacia Córdoba.
Allí nos esperaba otro medio de transporte llamado
brujas, es algo así como una gran silla para veinte personas con ruedas
impulsado por una moto, al llegar allí las brujas nos esperaban, nos acomodamos y arrancamos hacia San
Cipriano, a veces me daba un poco de miedo porque pensaba que se podría voltear
pero luego me relajé, disfruté del viento y hasta me gustó, no veía la hora de
subirme de nuevo. El viaje en brujas duro unos quince o veinte minutos, al
llegar a San Ciprino, la verdad me preocupe un poco pensando en cuál sería el
hotel en el que nos quedaríamos, pero después lo vi y no era tan malo como me
lo imaginaba.
Allí nos recibió la dueña, quien hizo las
acomodaciones por grupo y nos entregó las llaves de la habitación. Lo primero
que hice al entrar al cuarto fue encender el ventilador, pues el calor era
horrible, mis compañeras y yo nos pusimos ropa cómoda y descansamos por un
momento. A las cuatro de la tarde fuimos a almorzar, la verdad es que me gustó
mucho la comida y ya tenía bastante hambre por la hora que era. Cuando acabe de
almorzar me dirigí a mi cuarto por una toalla y tomé una ducha. Después de esto salí con unos amigos a
conocer un poco más el lugar. La verdad me sorprendí de ver que a un lugar como
estos tan alejado llegaran tantos turistas.
En la noche tuvimos una charla por parte de un
guardabosque llamado Orlando Valencia, el conocía muy bien la zona, nos habló
de la fundación San Cipriano, sus atractivos y un poco de su historia, durante
la charla cayó un fuerte aguacero, por eso cuando ésta acabó, unos compañeros y
yo decidimos irnos al hotel bajo la lluvia para refrescarnos un poco, pues
aunque era de noche, el calor y el bochorno eran constantes. Al llegar al hotel
nos esperaban en el comedor pues la
comida ya estaba lista y teniendo en cuenta que habíamos almorzado hacía poco,
nos sirvieron sólo una pechuga y papa cocinada; En verdad que la pechuga estaba
sabrosa. Después de la comida casi todos se fueron a las habitaciones, pues
estaban cansados e iban a tomar una ducha para acostarse a dormir.
Ya había pasado una hora desde que habíamos comido, yo
estaba afuera del hotel en una tienda con unos amigos y mi prima, al rato llego
una de mis compañeras de habitación, se podía ver en su rostro una expresión de
preocupación y de susto, al preguntarle la razón de su miedo me sorprendió
mucho su respuesta, pues me conto que un hombre había entrado a la habitación
de unas compañeras, se había escondido bajo una de las camas y les estaba
tomando fotos mientras ellas se cambiaban. Rápidamente llame a Cristian, un
amigo quien dormía en la habitación a la que el hombre había entrado con las
dos niñas a las que les habían tomado las fotos, nos fuimos para el hotel y
vimos que todos estaban afuera, mis dos compañeras lloraban del susto que este
hombre les había hecho pasar; mientras unos trataban de tranquilizarlas y otros
hablaban con la dueña del hotel. Querían persuadirla para que sacara a este
hombre de allí, pues las niñas estaban asustadas y no querían dormir el lado de
un hombre ebrio que podría meterse a sus cuartos, a lo que la dueña del hotel
se negó rotundamente.
La verdad me pareció completamente injusto, teniendo
en cuenta lo que esté hombre había hecho y que podría volver a hacerlo, todos
estaban alterados, incluso otro de los huéspedes del hotel salió de una forma
grosera a pedir que dejáramos de hacer ruido. Desde mi punto de vista creo que
aquel hombre era un completo ignorante, pues primero no era la forma de pedirlo
y segundo no comprendía la gravedad de la situación.
A fin de cuentas el profesor William nos pidió que por
favor entráramos todos a las habitaciones pues no lograría nada con todos
afuera, lo mire, y en realidad parecía alterado, pienso que de alguna forma se
sentía culpable, pues esto nunca había pasado en una salida de campo. Así que
todos nos dirigimos a las habitaciones, yo tome una ducha y me acosté; aun así,
en los pasillos se escuchaba todavía gente por fuera que no entendía como esto
había pasado, mis compañeras y yo charlamos durante un tiempo pero el cansancio
nos ganó a eso de las doce o una de la madrugada y nos quedamos profundos.
La verdad comparado con el primer día los otros dos fueron
muy normales. El segundo día me levante a las siete de la mañana, me senté en
el camarote durante unos minutos pues estaba sonámbulo, salí, me bañe y
desperté a mis compañeras; espere a que todas estuvieran listas y luego fuimos
a desayunar. Yo esperaba que el desayuno no fuera lo típico, arroz con perico y
arepa pero tristemente así lo era, por lo que tuve que resignarme y desayunar.
Después nos alistamos para salir a las caminatas,
antes de eso Don Orlando nos dio de nuevo una pequeña charla donde nos contó acerca de los sitios que visitaríamos, allí fuimos divididos en dos grupos, uno
iría a la cascada y el otro grupo iría a
recorrer un túnel en donde habían murciélagos y unos pequeños charcos para
bañar. Mis compañeros y yo quedamos en el grupo que iría a la cascada, por lo
que emprendimos la caminata.
Para llegar a la cascada tuvimos que atravesar el rió
lo que me causo un poco de gracia al ver la forma en la que algunos compañeros
lo cruzaban, al hacerlo seguimos caminando, era un recorrido de unos cuarenta
minutos. Todo salió muy bien, al llegar a la cascada nos quitamos la ropa dejando solo lo que
podíamos mojar. El agua estaba fría, pero todos querían meterse pues hacía
calor y estábamos sudados por la caminata. Yo nade durante un rato, atravesé la
cascada y pase al otro lado para subir a una roca desde donde podría clavar, al
subir a la roca, ayude a otros de mis compañeros que también querían subir, y
después de pensarlo durante un momento me tire en clavado. La verdad tenía un poco de miedo porque no nado muy bien,
pero me lance, nade bajo el agua y comencé a brasear para salir a tomar aire,
todo salió bien y volví a clavar unas dos veces más.
Después de media hora el guía nos pidió que
saliéramos, pues teníamos que volver, además él tendría que regresar a la
cascada con el otro grupo que había ido al túnel, por lo que todos salimos, nos
pusimos la ropa y comenzamos de nuevo a caminar. Los guías nos habían
recomendado el siempre estar pendientes
de donde pisábamos, pues en la zona habitan varias especies de culebras. Cuando
íbamos de regreso uno de los compañeros vio a una, algunas se asustaron y
pasaron por otro lado, pero otros nos acercamos y le tomamos algunas fotos. Aparte de eso todo fue muy normal, volvimos a
cruzar el rio y llegamos al hotel en la tarde a la hora del almuerzo.
Almorzamos y después yo salí a buscar mi toalla y de nuevo me duche. Al salir
de la ducha me entere que la otra caminata la habían aplazado para el otro día,
lo que me alegro pues estaba cansado y la verdad no quería caminar más.
En la tarde tuvimos una charla con don Edgar, allí él
nos contó la historia de San Cipriano más detalladamente, En la noche después de la cena tuvimos una
integración, íbamos a ir a una de las discotecas locales, pero al llegar allí ya
estaba colmada de gente por lo que tuvimos que buscar otro lugar cerca del
hotel. En este lugar pasamos un buen rato, bailamos y tomamos un poco de las
bebidas típicas del lugar como “el arrechon”. Todo estuvo muy bueno hasta las
doce de la noche, hora en la que los profesores decidieron que era suficiente,
apagaron la música y nos mandaron a dormir, lo que fue triste pues la verdad
todos la estábamos pasando muy bien, bailando y riendo; pero no tuvimos más
opción que irnos a dormir. Como es habitual en mí y más con ese clima, tome una
ducha antes de acostarme a dormir, claro que no sin antes haberme reído un buen
rato con mis compañeras de habitación, para ser sincero siempre nos reímos
mucho, sea donde sea que estemos encontramos un motivo para reír, después de
eso de nuevo el sueño me gano y caí dormido.
Al tercer día me costó mucho levantarme, había tenido
que despertarme en la madrugada para apagar en ventilador, pues por primera vez
en San Cipriano me había dado frío Con gran esfuerzo me levante a bañarme
pensando en que los profesores llegarían y no estaríamos listos para salir, me
duche y llame a mis compañeras para que hicieran lo mismo y fuéramos a
desayunar. Cuando ya estaban listas nos dirigimos al comedor. De nuevo el
desayuno era lo mismo, arroz, perico y arepa, pero esta vez yo tenía hambre por
lo que me lo comí todo. Esperamos a los profesores y al guía durante un rato, y
cuando llegaron todos reprochamos pues nos habían hecho madrugar más de lo que
era necesario, pero luego comenzamos la caminata.
Esta vez la caminata era por las vías del tren, por lo
que teníamos que estar pendientes cuando
viniera las brujas para quitarnos del camino, esta vez el atractivo no quedaba
tan lejos, pero el camino parecía enorme por las contantes paradas y aportes de
don Edgar. Un tiempo después pudimos llegar al túnel, allí estuvimos por unos
minutos y tomamos fotos a los murciélagos, después de eso nos dirigimos hacía
los charcos. Al llegar allí la verdad me decepcione un poco, pues eran muy
pequeños, apenas cabíamos todos, y el color del agua no era el mismo que había visto en Internet cuando buscaba
fotos de San Cipriano, pero bueno no
había nada que hacer excepto tratar de nadar un poco.
Después de veinte minutos, salimos todos del agua, eso
había sido todo, nos colocamos de nuevo la ropa, y arrancamos de nuevo la caminata
de regreso al. El camino de regreso se hizo corto pues ya no había paradas cada
diez minutos, al llegar al hotel, tome una ducha, me organicé y empaque la
maleta, pues después del almuerzo saldríamos de regreso a Pereira con una
parada para visitar la iglesia de Buga. Espere a que mis compañeras estuvieran
listas y fuimos a almorzar junto, cuando acabamos, nos cepillamos los dientes y
terminamos de empacar. Al rato los profesores comenzaron a llamar, por lo que
salimos con nuestras maletas para organizarnos en las brujas, y unos quince
minutos después arrancamos hacía córdoba donde nos esperaban los buses. El
camino de regreso fue lento, porque teníamos que parar constantemente ya que
más brujas subían en sentido contrario, por lo que nos tocaba esperar a que las
quitaran de los rieles para poder continuar.
Cuando por fin llegamos a córdoba, me compre un
helado, pues hacia muchísimo calor y el sol estaba muy fuerte, esperamos algunos
minutos mientras organizaban el equipaje en el bus, lo abordamos y comenzó el
viaje de regreso. Todos estaban muy cansados por lo que aprovecharon para
dormir un poco en el bus. Yo no puede, pues aunque estaba cansado, nunca he
sido capaz de dormir en los buses.
Iban a ser las siete de la noche cuando llegamos a
Buga, justo a tiempo, pues nos dijeron que a las siete cerraba la iglesia, yo
salí del bus rápidamente buscando un baño y después de haberlo encontrado fui
con mis compañeros a conocer la iglesia por dentro. Es realmente hermosa, la
iglesia más bonita que haya visto. Allí algunos aprovecharon para rezar y
pedir, yo solo observe pues no soy muy creyente que digamos. Minutos después
salimos, algunos compraron recuerdos y de nuevo nos dirigimos al bus, esta vez
saque mi maleta y la de mi prima del guarda equipaje, pues el bus pasaría por
una avenida que nos deja cerca de nuestra casa, subimos las maletas al bus,
esperamos un momento a los compañeros que faltaban y salimos con rumbo a
Pereira.
De regreso el conductor coloco una película, lo que
nos entretuvo durante la trayectoria, y cuando menos pensé ya habíamos llegado. Solo
esperamos a que el bus pasara por la avenida y allí nos bajamos. Eran casi las
diez cuando llegue a casa, mi prima entro durante un momento a saludar, comimos
algo y luego se fue a su casa. Yo estaba cansado, y solo pensaba en los
trabajos que tendría que hacer de la salida de campo, pero en ese momento no
les di tanta importancia, me duche, y me acosté; la verdad había extrañado
mucho mi cama, por lo que rápidamente me quede dormido.